En el proyecto de una vivienda existen muchos factores a tener en cuenta, y todos son importantes para obtener un resultado satisfactorio para nuestro cliente: que el diseño sea atractivo y encaje con los gustos de los promotores, que los espacios sean acogedores, habitables y se adecúen a las necesidades de los futuros usuarios, que la estructura esté optimizada y adaptada a las condiciones del terreno en el que se asiente, que las instalaciones sean eficientes y se correspondan con los últimos requerimientos normativos, que la orientación permita la mayor captación solar en invierno y que esté protegida en verano... Pero un requerimiento que nos es solicitado de manera generalizada es la optimización económica de la inversión a realizar, con el objeto de que el resultado mensual de la hipoteca sea viable; y en este contexto, usualmente, a los promotores se les escapa un gasto silencioso pero muy dañino, al que sólo se le presta atención cuando ya es demasiado tarde: la hipoteca energética. Por eso, hoy queremos hablar de uno de los elementos que no se aprecia a simple vista y que es fundamental para que nuestra vivienda sea eficiente y confortable: el aislamiento.
En las últimas obras que estamos desarrollando, en algún momento, algún agente interviniente nos ha echado en cara que prescribimos “demasiado” aislamiento en nuestros proyectos, que somos unos exagerados, y que eso "toda la vida se ha hecho con 3cm de proyectado y que todo iba perfecto". Este tipo de posturas frente al proceso constructivo son muy perniciosas, sobre todo para aquellas personas que sólo quieren oír aquello de "esto es más barato" a corto plazo; por suerte, las cosas cambian, y como en este caso, a mejor, aunque todavía sobrevivan en el oficio personas con pocas ganas de aceptar estos cambios.
¿Qué es el aislamiento sino el abrigo y la protección térmica de una construcción? ¿Es lo mismo llevar un buen y calentito abrigo que llevar un ligero cortavientos en invierno? Evidentemente no es lo mismo.
La incorporación de un buen aislamiento térmico supone grandes beneficios en el uso y disfrute de nuestra casa tanto desde el punto de vista del confort como desde el punto de vista económico, ya que conlleva un ahorro en el consumo de energía utilizada para climatizar nuestro hogar que redunda en un considerable ahorro económico a medio y largo plazo, es decir, reducimos la "hipoteca energética"; en una construcción no se debe tener una mirada cortoplacista: el ahorro económico a corto plazo al colocar un aislamiento térmico no recomendado supone una sobrecoste energético para toda la vida.
Las últimas actualizaciones normativas que están ocurriendo, y que en gran medida se ven reflejadas en el Código Técnico de la Edificación, en su Documento Básico de Ahorro de Energía, tienen como objetivo la obtención de edificios de consumo de energía casi nulo (EECN), limitando el consumo de energía primaria total, la transmitancia térmica de las soluciones constructivas empleadas y la limitación de la transmitancia global máxima para el conjunto de la envolvente térmica, entre otros.
Podemos decir que en viviendas de nueva ejecución que hemos realizado, en las que se ha llevado a cabo un diseño arquitectónico que aúna todo lo mencionado anteriormente, hemos obtenido que la vivienda se encuentre la mayor parte del día en torno a los 19º - 21º, minimizando el uso de la instalación de climatización (sistemas activos), y por consiguiente, maximizando el ahorro energético y económico (reduciendo la hipoteca energética).
Así mismo, en reformas de pisos, procesos que se encuentran muy limitados a la hora de actuar porque la construcción ya se encuentra realizada (y muy posiblemente se de una antigüedad superior a los 30 años), hemos llevado a cabo actuaciones que mejoran ostensiblemente el comportamiento energético del inmueble: en uno de los casos en los que hemos trabajado, un bloque de viviendas construido en la década de 1970 en el que debíamos proyectar la reforma de uno de los pisos, se observó que el cerramiento de fachada no disponía de aislamiento en su cámara, por lo que toda la superficie exterior del inmueble tenía unas pérdidas enormes; para solucionarlo, se retiró la hoja interior del cerramiento para disponer planchas de aislamiento de lana mineral, volviendo a ejecutar posteriormente la hoja interior del cerramiento; esto, junto con la sustitución de las ventanas por otras de altas prestaciones, ha dado lugar a que la vivienda se encuentra a una temperatura muy confortable a lo largo del día.
[Se barajó la idea de realizar un insuflado de aislamiento mediante lana mineral en la cámara sin necesidad de demolición de la hoja interior, pero no fue viable técnicamente por las condiciones de la calle en la que se ubica el inmueble]
En conclusión, el aislamiento térmico de una casa forma parte de un complejo puzle de diseño en el que entran en juego muchos factores, por lo que, si alguien pone en duda la solución adoptada y dice que el arquitecto es un exagerado prescribiendo tanto espesor de aislamiento, podemos responderle que el cálculo energético global de la vivienda así lo requiere y que siempre, el objetivo de diseño es el ahorro en el consumo de energía y el consiguiente ahorro económico a largo plazo; en definitiva, el confort y la satisfacción de nuestro cliente.
La mejor energía es la que no se gasta.
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